Antes de nada me gustaría mandar un saludo al grupo de
consumidores Retama de Almería. Justo esta semana entro a formar parte del
conjunto de productores de fresco, lo cual es toda una responsabilidad para mi.
Me gustaría que este grupo, y otros similares, se consolidaran
como otra forma de consumir. A quien no le gusta conocer donde y quien produce
aquello que compra y además tener la posibilidad de visitar a ese productor y
ponerle cara.
Que funcionen
iniciativas tan bonitas como esta requiere cierto grado de implicación
personal, es obvio, también es necesario tener tiempo libre durante la semana, cosa difícil cuando llegamos cansados de trabajar (el que trabaje) por lo que
es tan importante lo de la implicación porque luego perdemos a veces mucho tiempo
con los carritos en los centros comerciales oliendo a perfume.
Hoy quería hablar un poco de “la orilla”.
Se trata de ese metro, mas o menos, que va desde la banda
del invernadero al camino (en el mejor de los casos) o al invernadero del
vecino (en el peor de los casos, sobretodo si el vecino es un jilipollas). Mi
invernadero da a caminos al norte, este y sur y a jilipollas al oeste.
La costumbre en la zona, para ser un agricultor “curioso”,
es tener la orilla sin malas hierbas de ninguna clase. La opinión generalizada
es que solo trae miseria, en forma de mosca blanca, trips, oruga y pulgón y por
tanto de virus. Es cierto que desde que se impuso el control biológico por lo
militar, se hablo algo de que ciertas malas hierbas podían albergar a algunos
insectos beneficiosos. Se decía que en el mastranzo vivía bien el orius. Una muchacha trabajaba en las
palmerillas con plantas autóctonas (nada mas se supo). En ese momento yo pensaba que eso no
tiraba para delante porque no les interesaba a las casas de insectos. Hoy por
hoy ni pienso en ello.
Para mantener limpia una orilla en la que da el sol y cae el
agua del rocío, hay que invertir tiempo. Lo cómodo y mas extendido en la zona
es dar pases con herbicida. La imagen del agricultor con la mochila quemando
malas hierbas todos la hemos visto. También se ven a veces cuadrillas de gente
con azadas limpiándola cuando no
hay nada que hacer dentro.
En mis orillas he dado escardas manuales pero también he
gastado herbicidas.
El reglamento de agricultura ecológica prohíbe el uso de
herbicidas tanto dentro como fuera de la finca, por lo que esta campaña lo que he
hecho a sido dar una escarda manual antes de las siembras. Y nada mas, y las
hierbas, ya sean malas o buenas, con luz y agua crecen.
Cuando bajo o subo la banda me fijo en las orillas que tengo
y no veo mosca ni trips. Pulgones si veo en algunas pero también tengo con
ellos a sus enemigos es decir, nuestros amigos.
Mi conclusión tras este año es que tengo que dar una escarda
antes de plantar puesto que las plántulas recién sembradas son muy sensibles a
las plagas, y después dejar que evoluciones con el cultivo. Lo ideal sería
tener unas orillas con plantas seleccionadas para aportar al cultivo en vez de
para perjudicarlo y poder dejarlas siempre, pero a eso aun no hemos llegado.
1 comentario:
Una puntualización compañero; se sigue trabajando en los bosques-isla. Estefania y Monica siguen en ello, y han conseguido que se dote económicamente al proyecto de investigación -que a fin de cuentas nadie come del aire...-. Ahora mismo ya se están empezando a sacar algunas conclusiones y datos preliminares, pero el asunto es complejo y aún está "verde", que no parado. En unos años se habrán generado los conocimientos suficientes como para poder emprender la "aventura" científica de tratar de recrear la vegetación autóctona entre nuestros invernaderos y en ella establecer una comunidad de insecto que nos ayude a controlar las plagas y a evitar las reinfecciones masivas; y te aseguro que algunos estamos deseándolo...
Poco a poco compañero raices enarenadas... A paso lento, pero firme. Como decía mi abuela: "visteme despacio, que tengo prisa"
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