No cabe duda
que con la dichosa ANA dieron en la tecla para acelerar el engorde de los
calabacines.
Las hormonas
vegetales o fitohormonas son sustancias químicas producidas en pequeñas
cantidades por algunas células especializadas, y su función es activar
distintos procesos fisiológicos de las plantas, como por ejemplo, engorde de
fruto, crecimiento de raíces, floración, germinación, caída de hojas, etc.
A día de hoy
se han conseguido aislar distintas fitohormonas, entre las cuales están las
auxinas (grupo al que pertenece la ANA), pero también el ácido abscísico, las citoquininas, el etileno, las
giberilinas y los brasinoesteroides. Otras cuantas se están estudiando en las
Universidades. Parece ser que hay unas que promueven procesos (elongación
celular) y otras que los inhiben (herbicidas).
Dado su interés
agronómico (kilos) son muchos las cabezas pensantes que gastan su tiempo
intentando descifrar los modelos de actuación de las fitohormonas aunque los
mecanismos precisos de acción son aún desconocidos.
Hasta aquí todo
muy bien, muy natural, las plantas segregan sustancias para gobernar los
procesos vitales que les afectan. Pero ocurre
que el ser humano en su afán sobre productor no se conforma con eso y fuerza la
máquina. Me imagino la siguiente forma de trabajar: en un laboratorio, a partir
de un vegetal, se consigue extraer una papilla de fitohormonas concretas
(ej.auxinas). Por técnicas cromatográficas se separan y con algún sistema de
detección (espectrometría de masas, etc.) se consigue llegar a la fórmula
química buscada. Es a partir de este momento cuando entran en acción lo
químicos orgánicos, los cuales por retrosintesis, son capaces de descomponer la
fórmula química final en productos químicos comerciales y establecer un proceso
para fabricar la hormona, primero a escala de laboratorio y después a escala
industrial, optimizando costes.
Estos
trabajos los patrocinan algunas multinacionales que compran el derecho a
fabricar en exclusiva (Bayer, etc.) el mayor tiempo posible. Se ponen a
fabricar y nos venden su producto. Vemos que cogemos mas kilos que antes y si
nos dicen que lo gastemos a una dosis le echamos el doble. A ese “mana” le
llamamos porro y hoy por hoy es tan importante como el agua para los
productores convencionales de calabacino.
La
estimulación con fitohormonas sintéticas en cultivos ecológicos está prohibida.
La penalización que conlleva es volver al año cero.
La solución
que tengo es, a parte de la polinización natural, dar pases foliares semanales
con aminoácidos y diarios a la flor con extractos de algas. Además la semana
pasada gasté una garrafa de un ácido húmico rico en ácidos fúlvicos, 10 litros
en cada cultivo. Actualmente estoy recolectando unos 700 kg cada 36 horas en
los 8000 m2. Es lo que ahí.
Es todo, salud y buenos alimentos.